¿Qué son los exvotos, esos memes religiosos de hace siglos?
Es probable que dando scroll a tus redes sociales, pasando algunas páginas digitales o incluso si has visitado alguna capilla o templo en algún pueblito de México, hayas visto un tipo de dibujos —graciosos e ingenuos— en los que se muestra a una persona que agradece a Dios, a la virgen o a un santo, por haber recibido un milagro o beneficio después de haberle hecho alguna petición. Estos dibujos se llaman exvotos y tienen un origen mucho más antiguo de lo que pudiéramos pensar.
Un macabro ejemplo de exvoto
Imagínate esta escena: una joven de nombre Regina Serrano se encontraba al pie de un árbol cuando, de pronto, un hombre malvado llega, se le echa encima y trata de violentarla. Ella, viéndose en esta situación tan peligrosa, pide a la Virgen de San Juan de los Lagos que la oiga y no le pase nada. Y el milagro ocurre. La Virgen oyó su ruego y no ocurrió el abuso.
Este hecho, ocurrido en 1891, quedó plasmado en un exvoto: una pequeña lámina pintada por algún dibujante de la época y, como otros miles de objetos parecidos, son testimonios de la materialización de una promesa, un pago por un milagro concedido y un agradecimiento a una figura religiosa, usualmente del catolicismo.
La historia del exvoto
La palabra exvoto proviene del latín ex voto, que significa: “proveniente de un voto”, es decir, algo que se promete realizar al cumplirse o recibirse un favor. Éstos han estado presentes en muchas culturas del mundo y toman formas distintas dependiendo de las características religiosas de cada una de ellas. En esta nota, nos referiremos específicamente a aquellos que se realizan en el marco del catolicismo.
Esta clase de exvotos surgieron en Italia alrededor del siglo XV y se distinguieron por plasmar lo inesperado en la vida de los religiosos: un imprevisto que se manifiesta en tragedias como el dolor, el riesgo de muerte, enfermedades, accidentes o injusticias. Éstos, a su vez, son un testimonio de la fe y dan cuenta de las formas en las que los creyentes responden a la adversidad, atribuyéndole a una fuerza superior la capacidad de revertir la situación desfavorable.
Los exvotos se empezaron a depositar en los recintos religiosos, casi siempre en aquellos donde tenía sede el santo de la devoción a quien se le había “pedido el favor”. La práctica ganó adeptos en Europa y luego fue introducida en América por los colonos españoles. Al principio, la gente más adinerada mandaba hacer sus imágenes con artistas reconocidos, plasmados principalmente en lienzos.
La realización de estas piezas se popularizó entre los menos favorecidos y empezaron a realizarlos por su cuenta sobre materiales más accesibles, como latón o madera. La mayoría de sus autores son desconocidos, aunque algunos sí se encuentran firmados o se atribuye su autoría al mismo devoto.
Los exvotos (como los memes) se hicieron populares
Estas manifestaciones del arte popular y la religiosidad alcanzaron su apogeo durante el siglo XIX. Muchas iglesias se llenaron de ellos, tanto que tuvieron que destinar un sitio especial para que fueran depositados. De igual modo, hay grandes colecciones de exvotos que se conservan en museos y colecciones privadas, dado su valor cultural.
Aunque el fervor religioso no es igual al de siglos pasados, la tradición de los exvotos se ha retomado en los últimos años fuera del contexto sagrado, buscando representar aspectos de la vida social y cotidiana.
La práctica está siendo preservada y compartida en otros espacios, como internet, a través de páginas dedicadas especialmente a ellos, o circulado a manera de memes, en los que se agradece por las vacunas de la COVID, porque no se ha perdido la razón tras el confinamiento o porque el coronavirus no ha mutado y nos convirtió a todos en zombis.
Los exvotos no sólo tienen un valor religioso, sino que se han convertido en piezas culturales e históricas que dan cuenta de las expresiones artísticas populares y de la historia, organización y creencias de una sociedad. Basta con buscar #miércolesderetablos o #exvotosretablosomilagritos en internet para dar cuenta de ello.
Por: Gabriela Sánchez Ibarra
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