¿Por qué al llegar a la tercera edad tenemos un olor distinto?
Conocido con la forma despectiva “olor a viejito”, algunas personas piensan que sólo es una cuestión de higiene, pero aquellos con un olfato más agudo son capaces de reconocer que, efectivamente, el olor que emanan las personas mayores es distinto. Y no, no es algo que deba ser razón de discriminación ni de ningún tipo de prejuicio. Pero, ¿a qué se debe dicho olor? Aquí te lo contamos.
Este olor es causado por una molécula conocida como 2-nonenal, la cual es la responsable de generar una oxidación en la piel de una manera natural. El aroma se percibe en mayor medida en las personas a partir de los 60 años, aunque particularmente comienza a desarrollarse desde los 30 años.
En Japón hay un concepto para este aroma conocido como Kareishu. Esta expresión es un modo de respeto hacia las personas de la tercera edad y al olor que despiden. Para la cultura nipona el olor es agradable, y no es visto para nada de manera despreciativa. No son los únicos, sin embargo, en relacionarlo con un aroma suave: el Centro Monell en Estados Unidos comprobó a través de un estudio que las personas sentían mayor intensidad de aroma en personas jóvenes que en personas de 60 años o más.
No obstante, cabe destacar que el estrés es un factor que en ocasiones cambia el olor corporal. Los japoneses también tienen un nombre para el aroma de las personas cuando están en situaciones tensas: sutoresushu. Otras causas que modifican el aroma es la dieta, lo que ha comido o bebido una persona, por ejemplo cebolla o alcohol, cambiará el olor del sudor expedido.
Además cada persona desarrolla su propia huella olfativa. Ésta se crea a partir de una mezcla de químicos que se producen sobre todo en la piel o en el aliento. Tal vez por eso nuestras mascotas nos reconocen al olernos a metros de distancia.
¿Cómo se genera la huella olfativa?
Los humanos, a diferencia de algunos animales, no tenemos una glándula propia para la creación de los aromas, pero contamos con glándulas en nuestra piel que contribuyen a darnos un olor característico: las glándulas sebáceas que secretan una sustancia aceitosa en toda la superficie corporal. Éstas a su vez, se dividen en las ecrinas (que transpiran el sudor que se concentra en las axilas, las palmas de las manos y los pies); y en las apocrinas, que desarrollan un líquido grasoso. Éstas se encuentran junto al folículo piloso (la abertura de la piel que da crecimiento: al cabello, al pubis, axilas, párpados, nariz y alrededor del ombligo).
De todas aquellas, son las glándulas apocrinas de las axilas las que producen gran parte del olor corporal, y empiezan a secretarse antes de la pubertad y su actividad se incrementa con los cambios hormonales de esa etapa. En cuanto la persona avanza en edad, el folículo de la piel aumenta la secreción. Así que si tienes más de treinta años, esta secreción y la molécula 2-nonenal empezarán a modificar el aroma que despides.
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