De la falsificación al reconocimiento: Brígido Lara
La vida de este artista ganó fama gracias a las ironías de la vida. Quizá nunca hayas oído hablar de Brígido Lara, pero es uno de los artistas mexicanos con mayor reconocimiento mundial. Sus obras están exhibidas en los museos más famosos del mundo y es el artista que más polémica despertó a finales de la década de los ochenta debido a la falsificación.
Auge de un negociador y artista
Brígido Lara es un escultor que durante años realizó y comercializó obras preshipánicas falsas durante los años y 1950 y 1960. Su historia es fascinante, pues empezó a crear estas pequeñas esculturas a los ocho años en su natal Tlalixcoyan, Veracruz. Aprendió primero a imitar el estilo totonaca basándose en las figurillas encontradas en esta zona. Luego, aprendió el estilo mexica y, posteriormente, el maya.
Al llegar a la adolescencia era muy difícil identificar si las esculturas presentadas eran originales o falsificaciones de Lara.Aunque no se sabe bien si esto lo inició por diversión o por lucro, la realidad es que se forjó una figura dentro del mercado negro de obras de arte. Pronto, decenas de saqueadores llegaron con el artista para pedirle nuevas obras para vender. Éstas fueron adquiridas por museos como el MET (Metropolitan Art Museum), en Nueva York, y para colecciones privadas.
Lo interesante es que durante décadas ninguno de los museógrafos pudo identificar una señal de falsificación en las esculturas talladas por el veracruzano. Pasado el tiempo, su reconocimiento lo llevó a trabajar en estudios de falsificación de la Ciudad de México.
Para Lara no había ningún pequeño detalle que no pasará desapercibido, y su pasión por el arte prehispánico lo llevó a especializarse aún más. Visitó varios sitios arqueológicos con el fin de estudiar, pasando desapercibido, piezas recién desenterradas; incluso cosechó su propia arcilla de la región veracruzana para esculpir figuras con la técnica usada en el mundo precolombino.
Brígido se mostró muy exigente en los detalles y también usó parte de su creatividad para añadir elementos que no aparecían en las originales, a veces metía adornos alados, en otras una pose dramática, en algunas más, elemento realistas.
1974: año de su detención
Brígido Lara se posicionó como un hombre de negocios, vendía a famosos intermediarios sus réplicas, tanto para nacionales como extranjeros. Su carrera de falsificación pudo haber durado tiempo más si a él y a cuatro compradores no los hubieran detenido en 1974.
Lo impresionante es que no fueron acusados de falsificación, sino de venta ilícita de piezas de arte. Fue sentenciado a prisión por diez años, pero Brígido Lara estaba convencido de tener un plan para salir libre. Pidió tener un abogado y, además, que le trajeran arcilla y herramientas a su celda.
Empezó a crear réplicas de antigüedades que presuntamente se había robado, según habían declarado expertos del INAH. Éstos examinaron las nuevas obras y declararon que las piezas eran genuinas. Así, demostró que él no había robado ninguna pieza y que, por el contrario, su venta había sido legítima. En 1975 Brígido Lara fue puesto en libertad.
Un falsificador que dio un vuelco al mundo
Después de ser liberado, el director del Museo de Antropología de Xalapa, Veracruz, Alfonso Medellín Zenil le ofreció trabajo como restaurador; asimismo, dentro de sus tareas, estaba el reconocimiento de obras falsas. No fue sino hasta 1987 cuando Lara contó su historia a la revista Connoisseur.
A partir de estas declaraciones, el mundo del arte volcó sus ojos en este escultor, pues cientos de coleccionistas y museos como el de Museo de Dallas, el Metropolitano de Arte y la colección de Mortan D. May, del Museo de San Luis se enteraron de que estaban exhibiendo falsificaciones.
Los museos no quisieron declarar cómo obtuvieron estas piezas, aunque claramente se sabía que fue a través de compras ilícitas. Aunque estos recintos exigieron la devolución y resarcimiento, nunca lograron demostrar que estas obras se conectaran con Brígido Lara.
Algo que nos debe impresionar son sus monumentales obras como “Mictlantecuhtli”, hasta las reproducciones de las “caritas sonrientes” de la región de Río Blanco, Papaloapan. Hoy este gran maestro sigue enseñando a jóvenes y niños sus habilidades por medio de cursos y talleres, con el motivo de impulsar a nuevos creadores y sobre todo fomentar la estética de obras prehispánicas.
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